La marginación de la tercera edad en el sistema de salud

En términos de la importancia del sistema de salud para la tercera edad, ya se planteó en la publicación Nº 15 de ENCONTACTO (Riesgos de la tercera edad), la necesidad de debatir los derechos de los adultos mayores, en lo atinente a la necesidad de privilegiar su atención.

La discriminación se hace evidente, en el marco de lo que se cree es éticamente defendible por suponerse que la opinión general coincide para la toma de decisiones sobre situaciones de vida. Las decisiones difíciles a tomar en el sistema de salud no deberían superar el interés de las personas en particular ya que si ello ocurre las decisiones pueden estar influenciadas por múltiples razones.

Ya se conoce el déficit del sistema de salud, en cuanto a las posibilidades de solucionar todos los problemas y atender a todas las personas, por lo que es posible decir que falta una metodología adecuada para distribuir los recursos asignados al mismo, de manera más eficiente.

Es así que, los adultos mayores aportantes al sistema de salud son marginados de las posibilidades y necesidades de atención por una distribución injusta de los recursos. Ello, fundamentalmente, basado en criterios de rentabilidad económica más que en factores propios asignables a una adecuada atención de los adultos mayores, que ni siquiera contempla la retribución total de los aportes actualizados que fueron realizados hasta el presente por los mismos.

En términos económico-financieros la ecuación se invierte generando una distribución inequitativa de los recursos asignables al sistema de salud, alejando a la tercera edad de la posibilidad de satisfacer las necesidades reales para la atención integral de su salud.

Esta introducción general es planteada, a los efectos de analizar si es ético y normalmente aceptable en un sistema de salud que aquellos que transiten la tercera edad sean prácticamente marginados del mismo, como también preguntar qué es lo que el Estado debe garantizar a estos.

Es innegable que esta situación tenderá a agravarse con el crecimiento de la expectativa de vida.

En el futuro, la estrategia implementada hasta el presente no servirá para corregir la situación existente. De ahí que se requiera una nueva interpretación y replanteo del problema para lograr que la tercera edad sea considerada como un “período de oportunidad de vida” y no un “período de marginación”.

Se entiende así, que los derechos de los adultos mayores deben ser explicitados en términos de lograr, para la tercera edad, nuevos y variados cauces para seguir sirviendo a la sociedad, convirtiéndose en un aporte vital positivo para la misma, la que debería albergarlos sin ningún tipo de marginación, incluyendo, prioritariamente, la atención integral de la salud.


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Ing. Néstor E. Fernández
Presidente de OSMISS